Cuando
TARUGO es una carcajada
Las
risotadas y algarabías del alma también son producto de la magia que siembran
las personas. Son personajes anónimos que, ocultos tras el maquillaje y ropas
estrafalarias, son capaces de hacernos sonreír, desconectándonos de la
realidad. Saltan a la pista central con la inocencia de la infancia, y nos
transportan a ella en dos gestos y una broma. No tardan en atiborrarnos de las
geniales sensaciones de la libertad, cachiporrazos y zapatones, cuarenta tallas
mayores, que nos evocan a paraísos multicolores, con tantos colores y
tonalidades como sus maravillosas payasadas.
Unos minutos antes de
encenderse los focos que dan vida a su Circo, Tarugo se transforma frente a su
espejo, dando forma al divertido y alocado arlequín de las travesuras. Tras esa
capa, donde se desvanecen los problemas y certezas, emerge la fantasía,
dispuesta a pintar de arcoíris todo aquello que toca. Entre bambalinas cubre su
cuerpo con destellos caleidoscópicos. Un sombrero rojo que tiene la virtud de
simular a un bombín de clases sociales altaneras y aburridas hace juego con su
napia, enrojecida por el picotazo certero de un mosquito trompetero. Está casi
listo para salir ante su público. Solo le quedan unos retoques a la peluca, que
hará de complemento perfecto con la carpa que alberga sus deseos. Para terminar
de enmascarar las tristezas, guarda en sus bolsillos gigantes unos polvos
mágicos, rellenos de pizquitas de aplausos y vítores.
Ahora solo queda ser Tarugo en
su máxima expresión, danzando y agitando las carcajadas hasta hacer saltar las
lágrimas que produce la felicidad y la alegría, que irán acompañadas de
reverencias ante los niños y los que lo fueron y que disfrutan de cada paparruchada.
Como todo lo bueno se
desvanece en el tiempo, y estos instantes no pueden ser menos, pues se hacen
cortos y fugaces, acabará con un abrazo virtual entre asistentes y
protagonistas. Deseos ambos, Tarugo e invitados, de detener el reloj y retrasarlo
para volver a disfrutar, se despedirán, mientras graban en sus memorias la
fantástica actuación.
Tarugo llegará a su camerino
para dejar paso a David, satisfechos de ser parte uno de otro, inseparables
aliados de un mundo tan fascinante como es el Circo Parada. Tarugo no es nadie
sin David, y David es capaz de crear a Tarugo porque en su corazón brilla el
sello del que se siente un Payaso con pasión y alma. Juntos son capaces de
hacernos soñar, y eso solo se puede recompensar con miles de palmas al aire, y
con un gracias; desde lo más sincero de nosotros.
Estas líneas las escribí para dar las gracias a todas esas
personas que nos llenan de alegría con su trabajo y dedicación. Y en especial a
este gran artista.
JYDC (Sin palabras mudas)
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