Solo
una lágrima y a seguir
El
destino no sabe ya con qué sorprenderme. Me ha movido tantas veces las ilusiones
que no sé si debería: reír o enfadarme; es un verdadero dilema, al que no tengo
ganas de hacer frente. No existe parte de mi corazón que no tenga un cicatriz,
casi inapreciable desde fuera, pero que duele y que está ahí para recordarme
que soy tonta. He pecado de confiada y, con toda seguridad, de novata, y eso
que ya venía de tormentas mayores; pero quién me iba a decir a mí que me volvería
a quedar atrapada en otro laberinto.
Siempre
había oído hablar de la experiencia y de las virtudes que nos transmite para no
cometer errores, y pienso que falté a esas explicaciones, pues, al final, estoy
en el mismo punto de partida, pero con decenas de frustraciones. He logrado flotar
durante mucho tiempo, agarrada a cualquier resquicio al que me pudiese permitir
tomar aire. Me miro al espejo y me veo fuerte, pero agotada de demostrar lo que
valgo. Porque eso sí lo tengo claro: «me he hecho a mí misma y sé de lo que soy
capaz de lograr». Claro que tengo dudas, miles, pero siempre me he enfrentado a
ellas. Decidida a comerme el mundo aunque no tuviese dientes para masticarlo;
ya estaban las encías para hacer mella y no dejar de tragar, por muy duro que
viniese el bocado.
En
ocasiones, sueño con haber hecho las cosas de otra manera y me despierto con la
idea de que así, con otras opciones, el resultado hubiese sido diferente, y
convencida de que mucho mejores. Pero, visto lo visto, estoy segura de que:
hubiese elegido lo que hubiese elegido, al final, el resultado habría sido el
mismo. Por eso, no voy a poner ni un pero más. Esto es lo que me ha tocado, y
¡a la mierda con los reproches!
Que me
venga a buscar el puñetero futuro: estoy lista para sus bofetadas. He aprendido
unos trucos para devolver los golpes con sonrisas y besos. Para esa misión
tengo agallas, y unas ganas enormes de vivir. ¡Sí, vivir! Y no voy a dejar
opción a nadie, solo a los que me quieren de verdad. Y si estos también me
vuelven a fallar, tengo a otros. ¡Será por gente buena en el mundo! Entre ellos a mi familia, que son mi barrera
inexpugnable.
Claro
que estoy abrumada por el dolor; pero eso solo se cura con cariño. Y me
aconsejaron una dosis alta de pasión y entrega. Y, cómo soy buena chica, me
pienso tomar una cada hora: una, de pasión por vivir y otra, de entrega para no
rendirme. ¡A mí nadie me dice cuando debo bajar los brazos!
Si
alguno de los que pensaron que iba a caer, leen esto, se arrepentirán de que la
puñalada no hubiese sido más grande; dudarán y creerán que deberían haber hurgado
en la herida. Y en eso están en lo cierto. No soy fácil de derribar, que se lo
digan a mi pasado, que lleva peleando conmigo desde el siglo pasado y todavía
sigo en pie.
Tengo
las cosas claras: «siempre hasta el final». Ellos por su camino y yo por el
mío, pero con la cabeza bien alta.
¡Vaya
tela!, menudo desahogo. Y lo bien que me he quedado. Bueno, pues a otra cosa.
Tengo planes inconfesables que acometer.
Dedicado a una gran amiga.
JYDC (Sin palabras mudas)
Muy bonito y emotivo :)
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