martes, 9 de agosto de 2022

Solo una lágrima y a seguir

 


Solo una lágrima y a seguir

El destino no sabe ya con qué sorprenderme. Me ha movido tantas veces las ilusiones que no sé si debería: reír o enfadarme; es un verdadero dilema, al que no tengo ganas de hacer frente. No existe parte de mi corazón que no tenga un cicatriz, casi inapreciable desde fuera, pero que duele y que está ahí para recordarme que soy tonta. He pecado de confiada y, con toda seguridad, de novata, y eso que ya venía de tormentas mayores; pero quién me iba a decir a mí que me volvería a quedar atrapada en otro laberinto.

Siempre había oído hablar de la experiencia y de las virtudes que nos transmite para no cometer errores, y pienso que falté a esas explicaciones, pues, al final, estoy en el mismo punto de partida, pero con decenas de frustraciones. He logrado flotar durante mucho tiempo, agarrada a cualquier resquicio al que me pudiese permitir tomar aire. Me miro al espejo y me veo fuerte, pero agotada de demostrar lo que valgo. Porque eso sí lo tengo claro: «me he hecho a mí misma y sé de lo que soy capaz de lograr». Claro que tengo dudas, miles, pero siempre me he enfrentado a ellas. Decidida a comerme el mundo aunque no tuviese dientes para masticarlo; ya estaban las encías para hacer mella y no dejar de tragar, por muy duro que viniese el bocado.

En ocasiones, sueño con haber hecho las cosas de otra manera y me despierto con la idea de que así, con otras opciones, el resultado hubiese sido diferente, y convencida de que mucho mejores. Pero, visto lo visto, estoy segura de que: hubiese elegido lo que hubiese elegido, al final, el resultado habría sido el mismo. Por eso, no voy a poner ni un pero más. Esto es lo que me ha tocado, y ¡a la mierda con los reproches!

 

Que me venga a buscar el puñetero futuro: estoy lista para sus bofetadas. He aprendido unos trucos para devolver los golpes con sonrisas y besos. Para esa misión tengo agallas, y unas ganas enormes de vivir. ¡Sí, vivir! Y no voy a dejar opción a nadie, solo a los que me quieren de verdad. Y si estos también me vuelven a fallar, tengo a otros. ¡Será por gente buena en el mundo!  Entre ellos a mi familia, que son mi barrera inexpugnable. 

 

Claro que estoy abrumada por el dolor; pero eso solo se cura con cariño. Y me aconsejaron una dosis alta de pasión y entrega. Y, cómo soy buena chica, me pienso tomar una cada hora: una, de pasión por vivir y otra, de entrega para no rendirme. ¡A mí nadie me dice cuando debo bajar los brazos!

Si alguno de los que pensaron que iba a caer, leen esto, se arrepentirán de que la puñalada no hubiese sido más grande; dudarán y creerán que deberían haber hurgado en la herida. Y en eso están en lo cierto. No soy fácil de derribar, que se lo digan a mi pasado, que lleva peleando conmigo desde el siglo pasado y todavía sigo en pie.

Tengo las cosas claras: «siempre hasta el final». Ellos por su camino y yo por el mío, pero con la cabeza bien alta.

¡Vaya tela!, menudo desahogo. Y lo bien que me he quedado. Bueno, pues a otra cosa. Tengo planes inconfesables que acometer.

 

 

Dedicado a una gran amiga.


JYDC (Sin palabras mudas)


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